Páginas

viernes, 24 de agosto de 2012

Fuegüitos

Hace poco en la clase de lengua (que es mi preferida, pero no se lo digan a nadie) la profesora nos hizo leer un cuento corto de Eduardo Galeano, "El mundo" Que iba así:


Un hombre del pueblo de Neguá; en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. 

El mundo es eso -reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos. 

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. 
"

A mí me quedo una duda. ¿Qué clase de "fuegüito" soy yo?
Veamos, probablemente... un fuego chico. Tal vez de un color gris apagado. Me siento un fuego sereno.
Pero me imagino que si pudiera ponerme unos anteojos para ver los fuegos de cada persona, el mío sería uno blanco y brillante. ¿Cómo es que llegué a esta conclusión?
Pues, me siento una persona con mucho para decir, mucho para mostrar.
No voy a decir que no soy creída, pues LO SOY. Pero no de un modo malo, me creo talentosa. Siento que tengo un cierto talento y un futuro en ello. (Y no lo digo de ingenua, aunque sea un poco infantil).
Necesito un ente imparcial, alguien que me diga directamente y sin compasión si soy o no buena para esto (me refiero a escribir, que es prácticamente lo que más me gusta hacer en el mundo). Ya que sigue siendo un misterio para mí.
Si alguien se ofrece, yo estoy dispuesta. Necesito bajar de la nube de fantasías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario