Hoy casi me muero de hipotermia.
La clase de Educación física no es precisamente mi preferida, ni la segunda... sería más conveniente hablar de que es la clase que menos me gusta en el mundo. Por eso suena lógico que me alegre que se suspenda por lluvia y que justamente, se largue a llover.
La lluvia es linda, siempre y cuando estés dentro de una habitación caldeada. No lo es cuando estás allí abajo, empapándote.
Cuestión de que, estar ahí parada esperando un colectivo, no fue la mejor forma de pasar el rato. Sobre todo cuando tus zapatillas de jean dejan pasar toda el agua y el aire se vuelve más helado cada minuto que pasa.
Y raya lo espantoso cuando tienes más sueño que fuerzas para mantenerte de pie.
Son esos momentos en que recuerdas que tu madre te dijo que te abrigaras por la mañana. Y tú, claro, no la escuchaste.
Eso me hace pensar... ¿mi madre tiene la bola de cristal o qué?
De vuelta a la lluvia, bueno pues, no solo me di un baño, sino que probablemente termine con un resfriado.
Y la moraleja: Escucha a tu madre cuando te dice que te abrigues.
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